martes, 14 de julio de 2009

OTRA CONTINUACIÓN DEL CUENTO

Esa mañana brumosa, todo parecía terrible. La niebla tapaba las copas de los árboles y, apenas lejana, se divisaba la blancura de las nubes. Casi imperceptible. Allá, en la borrosa y débil línea del horizonte.

El buen Braulio y su caballo Babasónico, que se creía bravo y noble, cabalgaban inquietos, temblorosos. Iban solos, abandonados a su propio destino.

La temible barranca que debían enfrentar, casi a oscuras, los paralizaba. No sabían si podrían subirla en las espesas sombras del amanecer… Pero ignoraban que la verdadera aventura empezaría arriba, en Pueblo Bochorno…

Una vez que pudieron llegar allí, tan agitados, vieron a una señora muy rara. Tenía un vestido negro y les dio una mochila con una soga, un arnés, una pala y una semilla de árbol. La señora les dijo que esa semilla era mágica, porque cuando apenas la plantabas empezaba a crecer, y también les dijo, que todo eso para algo les iba a servir.

Al rato vieron a un hombre que estaba maltratando a una mujer. Braulio y su caballo querían intervenir, pero no podían porque entre medio tenían un árbol. Braulio tomó de su mochila la soga y el arnés. Se ataron al arnés y engancharon la soga al árbol. Pudieron pasar, entonces Babasónico agarró a la joven y la llevó en su lomo junto con Braulio, pero de repente encontraron un pozo y no podían pasar, pero a Babasónico se le ocurrió algo: agarró de su mochila la semilla de árbol y la plantó, entonces todos (cada uno por su cuenta), empezaron a trepar, todos tenían mucho sueño porque ya se había hecho de noche, fueron a una cueva y durmieron. Al amanecer se levantaron y se querían ir, pero se encontraron con que no tenían salida. Agarraron su pala y empezaron a cavar, se metieron allí en el pozo y se encontraron con que habían llegado a un paraíso.

Braulio y la joven se casaron y vivieron felices por siempre.


SARA MAGGIO

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